Tras la resurrección, los discípulos se hallaban en un tiempo de espera y duda. Simón Pedro, sintiéndose quizás inquieto o sin rumbo, decidió regresar a la pesca, una actividad que conocía bien. Esta elección refleja una respuesta humana común: buscar consuelo en rutinas familiares ante la incertidumbre. La disposición de los otros discípulos para acompañarlo muestra su vínculo y experiencias compartidas. Sin embargo, a pesar de su experiencia y esfuerzo, aquella noche no pescaron nada. Esta falta de éxito sirve como una metáfora de las limitaciones del esfuerzo humano sin intervención divina. Prepara el terreno para que Jesús se manifieste y les recuerde su misión y dependencia de Él. Este momento es un recordatorio poderoso de que, aunque los esfuerzos humanos son importantes, son más fructíferos cuando están alineados con el propósito y la guía de Dios. La historia anima a los creyentes a confiar en el tiempo y la presencia de Dios, incluso cuando el camino parece incierto.
Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
Juan 21:3
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