Al entrar en el sepulcro donde había sido colocado Jesús, las mujeres se sorprendieron al encontrar a un joven vestido con una túnica blanca. Este joven es frecuentemente interpretado como un ángel, un mensajero de Dios, que simboliza la naturaleza divina de los eventos que se estaban desarrollando. La túnica blanca que llevaba es un símbolo bíblico común de pureza y santidad, lo que refuerza la sacralidad del evento de la resurrección. La alarma de las mujeres es comprensible, ya que esperaban encontrar el cuerpo de Jesús, no un sepulcro vacío y un mensajero divino.
Este encuentro es un momento crucial en la narrativa de la resurrección. Cambia la atmósfera de luto y desesperación a una de asombro y maravilla. La presencia del joven y su mensaje pronto revelarán la verdad de la resurrección de Jesús, ofreciendo esperanza y seguridad a los seguidores de Cristo. Este evento subraya el poder transformador de la resurrección, convirtiendo el miedo en fe y la tristeza en alegría, marcando el comienzo de una nueva era en la fe cristiana.