Durante el viaje por el desierto, la organización y la estructura fueron fundamentales para mantener el orden y la unidad entre los israelitas. Las tribus estaban dispuestas en divisiones, cada una con un líder específico y un estandarte, que servía como punto de reunión y símbolo de identidad. La tribu de Efraín, una de las tribus más prominentes de Israel, estaba liderada por Elishama, hijo de Ammihud. Este papel de liderazgo significa la responsabilidad y el honor que se le otorgó a Elishama para guiar a su pueblo a través de los desafíos del camino.
La mención de los estandartes y los líderes subraya la importancia de tener una guía clara y dirección, especialmente en tiempos de transición e incertidumbre. También destaca el esfuerzo colectivo necesario para avanzar como comunidad, donde se reconocen y valoran las fortalezas y contribuciones únicas de cada tribu. Este enfoque organizado no solo facilitó el viaje físico, sino que también reforzó los lazos espirituales y comunitarios entre los israelitas, recordándoles su propósito y destino compartidos.