En el antiguo Israel, los levitas estaban apartados para cumplir funciones religiosas y no tenían una tierra tribal designada como las otras tribus. En su lugar, se les asignaron ciudades dispersas por los territorios de otras tribus, asegurando su presencia y servicio en toda la nación. Los descendientes de Merari, una de las tres principales familias levíticas, recibieron doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón. Esta asignación refleja la necesidad práctica de que los levitas fueran accesibles para todos los israelitas, facilitando la adoración y la instrucción religiosa. También subraya la naturaleza comunitaria de la sociedad israelita, donde los recursos y las responsabilidades se compartían entre las tribus. El arreglo destaca la importancia del liderazgo espiritual y la integración de la fe en la vida diaria, fomentando un sentido de unidad y cooperación. Al distribuir a los levitas entre las tribus, los israelitas aseguraron que se atendieran sus necesidades espirituales y que la presencia de Dios fuera reconocida en toda la tierra.
Y los hijos de los sacerdotes, los hijos de Hebrón, fueron: Jerías su hijo, Amarias su hijo, Ahitub su hijo.
1 Crónicas 6:63
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