Este versículo contrasta el antiguo pacto, representado por la Ley dada a Moisés, con el nuevo pacto traído por Jesucristo. El antiguo pacto tenía su propia gloria, ya que era una revelación divina y una guía para vivir. Sin embargo, esta gloria se considera insignificante en comparación con la gloria sobreabundante del nuevo pacto. El nuevo pacto ofrece una relación más profunda y transformadora con Dios, caracterizada por la morada del Espíritu Santo. Esta relación no se basa en la adhesión a la Ley, sino en la gracia y el poder transformador del Espíritu.
Este pasaje anima a los creyentes a reconocer la mayor gloria y libertad que se encuentran en el nuevo pacto. Invita a los cristianos a vivir en la plenitud de esta nueva relación, que está marcada por una comprensión más profunda del amor de Dios y una experiencia más intensa de Su presencia. La gloria sobreabundante del nuevo pacto capacita a los creyentes para reflejar el carácter de Dios y vivir su fe de una manera que traiga luz y esperanza al mundo. Es un llamado a abrazar la nueva vida ofrecida a través de Cristo, confiando en la gloria eterna y sin igual que trae.