Demetrio, un platero en Éfeso, expresa su inquietud sobre las posibles consecuencias del trabajo misionero de Pablo. Le preocupa que el creciente movimiento cristiano no solo perjudique su negocio de fabricar altares de plata para la diosa Artemisa, sino que también socave el significado cultural y religioso de Artemisa misma. Artemisa era una deidad principal en Éfeso, y su templo era una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Las implicaciones económicas y religiosas de un cambio en la adoración a Artemisa eran significativas para la comunidad local.
El discurso de Demetrio refleja el conflicto más amplio entre la expansión del cristianismo y las creencias paganas tradicionales. A medida que el cristianismo crecía, a menudo desafiaba el statu quo, llevando a disrupciones sociales y económicas. Este pasaje ilustra la naturaleza transformadora del Evangelio, que llama a una reevaluación de las creencias y prácticas existentes. También muestra cómo los primeros cristianos enfrentaron oposición no solo por motivos religiosos, sino también debido al impacto económico de sus enseñanzas.