En este momento, Dios ordena a Moisés que inicie una oscuridad profunda sobre Egipto, marcando la novena plaga. Esta oscuridad se describe como una que se puede sentir, indicando su intensidad y el miedo que generó. Simboliza la ceguera espiritual y la dureza de corazón del faraón y los egipcios, quienes se negaron a reconocer la supremacía de Dios. Esta plaga sirve como una poderosa demostración del control de Dios sobre la creación y Su capacidad para interrumpir el orden natural para cumplir Sus propósitos.
La oscuridad también actúa como una metáfora del estado moral y espiritual de Egipto, contrastando con la luz de la presencia de Dios entre los israelitas. Mientras Egipto estaba sumido en la oscuridad, los israelitas tenían luz en sus hogares, destacando la protección y el favor de Dios hacia Su pueblo. Este evento subraya el tema de la justicia divina y las consecuencias de desafiar los mandamientos de Dios. Es un llamado a reconocer la autoridad de Dios y la importancia de alinearse con Su voluntad, así como un recordatorio de Su capacidad para proveer y proteger a aquellos que confían en Él.