Moisés, siguiendo las instrucciones de Dios, trae una oscuridad profunda sobre Egipto, una oscuridad tan intensa que duró tres días. No fue solo la ausencia de luz, sino una manifestación tangible del poder y juicio de Dios. Esta oscuridad puede interpretarse como una metáfora de la ceguera espiritual y las consecuencias de resistir la voluntad divina. La negativa del faraón a liberar a los israelitas condujo a esta señal dramática, enfatizando la seriedad de desafiar los mandamientos divinos.
La plaga de oscuridad también sirve para distinguir entre los egipcios y los israelitas, quienes tenían luz donde vivían. Esta distinción subraya la protección y el favor de Dios hacia su pueblo. Para los creyentes de hoy, esta historia es un poderoso recordatorio de la importancia de alinearse con los propósitos de Dios y la certeza de que su presencia trae luz incluso en las situaciones más oscuras. Desafía a las personas a reflexionar sobre las áreas de ceguera espiritual en sus propias vidas y a buscar la verdad iluminadora de Dios.