En este versículo, Dios habla a través del profeta Ezequiel para condenar a los falsos profetas que han engañado a Su pueblo. Estos profetas han causado daño al desanimar a los justos con mentiras, haciéndolos sentir agobiados cuando Dios no tenía la intención de causarles tal tristeza. Al mismo tiempo, han fallado en desafiar a los malvados, permitiéndoles persistir en sus caminos malvados sin instarlos a arrepentirse y cambiar. Esta falta de orientación tiene consecuencias graves, ya que impide que los malvados se alejen del pecado y encuentren la salvación.
El mensaje subraya la responsabilidad de los líderes espirituales de hablar con verdad y fomentar la rectitud. Se enfatiza el poder de las palabras y el impacto que pueden tener en la vida de las personas. Al desviar a los justos y no corregir a los malvados, los falsos profetas han interrumpido el orden moral y espiritual que Dios desea. Para los creyentes, esto sirve como un recordatorio para buscar la verdad y la integridad, apoyar a quienes se esfuerzan por vivir rectamente y alentar a otros a alejarse del mal. Se llama a tener discernimiento y un compromiso de mantener la verdad de Dios en todos los aspectos de la vida.