En este versículo, Dios habla directamente al pueblo judío que se ha establecido en Egipto, abordando su desobediencia e idolatría. A pesar de ser Su pueblo elegido, se han desviado de su pacto con Él, eligiendo adorar a otros dioses. Como consecuencia, Dios declara que ya no usarán Su nombre en juramentos o oraciones, simbolizando una ruptura de su conexión con Él. Esta es una consecuencia profunda, ya que invocar el nombre de Dios era fundamental para su identidad y fe. El versículo destaca la gravedad de sus acciones y sirve como advertencia sobre las repercusiones de abandonar la fe. Subraya la importancia de mantenerse fiel a las propias creencias y las posibles consecuencias espirituales de alejarse de Dios. Este mensaje es atemporal, recordando a los creyentes la necesidad de sinceridad y compromiso en su relación con Dios. Además, el versículo refleja la justicia de Dios y la seriedad con la que Él considera la idolatría y la infidelidad, instando a los creyentes a reflexionar sobre su propio camino espiritual y su relación con Él.
Por tanto, oye la palabra de Jehová, oh remanente de Judá: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si ponéis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entráis para morar allí,
Jeremías 44:26
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