Este pasaje subraya la confianza y la verdad de las revelaciones que se dan en el libro de Apocalipsis. Es un mensaje de un ángel que afirma que las profecías no son meras conjeturas humanas, sino que están inspiradas divinamente. El Señor, quien inspira a los profetas a lo largo de la Biblia, ha enviado a un ángel para comunicar estas verdades a sus siervos. Esta comunicación divina tiene como objetivo preparar a los creyentes para los eventos que están por suceder, enfatizando la urgencia y la inminencia de estos acontecimientos.
La certeza de que las palabras son 'fieles y verdaderas' es un llamado a la fe para los creyentes, animándolos a confiar en el plan supremo de Dios y su control sobre los eventos futuros. También sirve como un recordatorio de la continuidad de la revelación de Dios, conectando los mensajes proféticos del pasado con los del Apocalipsis. Al afirmar la fiabilidad de estas palabras, se alienta a los creyentes a vivir con esperanza y disposición, sabiendo que las promesas de Dios son ciertas y que sus planes se están desarrollando de acuerdo con su voluntad divina.