La carta comienza con un saludo cálido y personal del 'anciano', un término que indica una posición de respeto y autoridad dentro de la comunidad cristiana primitiva. El destinatario, Gayo, es mencionado con afecto, lo que resalta la estrecha relación entre ambos. La frase 'a quien amo en verdad' subraya la base espiritual de su amistad, sugiriendo que su vínculo se fortalece por su compromiso compartido con la verdad del Evangelio. Esta introducción refleja el énfasis de los primeros cristianos en la comunidad y la convivencia, donde las relaciones no solo eran personales, sino también profundamente arraigadas en creencias y valores compartidos.
El uso del término 'el anciano' sugiere que el autor probablemente es un líder experimentado o alguien con una influencia significativa en la iglesia, posiblemente el apóstol Juan. Este saludo establece el escenario para el resto de la carta, que abordará temas de hospitalidad, apoyo a otros creyentes y la vivencia de la fe de manera práctica. Sirve como un recordatorio de la importancia de cultivar relaciones que sean tanto personalmente satisfactorias como espiritualmente enriquecedoras, animando a los creyentes a apoyarse mutuamente en sus caminos de fe.