En este pasaje, Dios ordena a Moisés que inicie la octava plaga contra Egipto, una devastadora nube de langostas. Esta plaga es parte de una secuencia diseñada para obligar al faraón a liberar a los israelitas de la esclavitud. Las langostas están destinadas a consumir todo lo que queda tras las plagas anteriores, especialmente el granizo, dejando a Egipto en ruinas. Este acto subraya el poder supremo de Dios sobre la creación y Su determinación de liberar a Su pueblo. Las plagas sirven como una poderosa demostración del juicio divino y un llamado al arrepentimiento para el faraón y los egipcios. También destacan la importancia de escuchar los mandatos de Dios y las graves consecuencias de resistir Su voluntad. La narrativa invita a los creyentes a reflexionar sobre los temas de obediencia, justicia divina y la liberación que proviene de seguir el camino de Dios. Nos recuerda la importancia de alinear nuestras acciones con los propósitos divinos y el poder transformador de Su intervención en la historia humana.
Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para que venga la langosta sobre la tierra de Egipto, y consuma toda la hierba de la tierra, todo lo que dejó el granizo.
Éxodo 10:12
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