La división de la tierra entre los israelitas fue un momento crucial en su historia, marcando el cumplimiento de la promesa de Dios de darles una patria. Este acto se llevó a cabo en obediencia a las instrucciones que Dios había dado a Moisés, mostrando el compromiso de los israelitas de seguir la voluntad de Dios. Al dividir la tierra como se les había ordenado, los israelitas no solo aseguraban su futuro, sino que también demostraban su fe en las promesas de Dios. Este evento subraya la importancia de la obediencia a Dios y las bendiciones que de ella derivan. También sirve como un recordatorio de que los planes de Dios siempre son para el bien de su pueblo y que sus promesas son firmes. La distribución de la tierra fue una señal tangible de la fidelidad de Dios, proporcionando a los israelitas un lugar al que llamar hogar, donde podrían vivir de acuerdo con sus leyes y disfrutar de sus bendiciones. Este momento histórico es un testimonio de la naturaleza perdurable del pacto de Dios con su pueblo y su compromiso inquebrantable de cumplir sus promesas.
Así que los hijos de Israel hicieron como Jehová les mandó; y repartieron la tierra.
Josué 14:5
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