Kiriat Arba, más tarde conocido como Hebrón, fue una ciudad de gran importancia histórica y espiritual. Ubicada en la región montañosa de Judá, fue otorgada a los levitas, la tribu sacerdotal, como parte de su herencia. A diferencia de otras tribus, los levitas no recibieron un gran territorio, sino que se les asignaron ciudades y tierras de pastoreo circundantes. Este arreglo garantizó que pudieran cumplir con sus deberes religiosos mientras eran sostenidos por la comunidad.
Hebrón ocupa un lugar especial en la historia bíblica. Su nombre proviene de Arba, el antepasado de los anaceos, un grupo conocido por su formidable tamaño y fuerza. La asignación de esta ciudad a los levitas subraya la provisión y el cuidado de Dios por aquellos dedicados al servicio espiritual. También destaca la importancia del apoyo comunitario a los líderes religiosos, asegurando que tengan los recursos necesarios para servir de manera efectiva. La inclusión de tierras de pastoreo indica las necesidades prácticas de los levitas, permitiéndoles sostenerse a sí mismos y a sus familias mientras se enfocan en sus responsabilidades espirituales.